Cualquier persona que haya salido de la Ciudad de Buenos Aires en dirección hacia el sur, o viceversa, puede atestiguar sobre el imponente olor que emanan los componentes tóxicos vertidos en la Cuenca Matanza Riachuelo —así es su nombre oficial—. Sin embargo, el aroma es lo menos grave: “En un río limpio, los valores de oxígeno están entre los 8 y 12 miligramos por litro, si se registran menos de 5 el estado de las aguas es intolerable. En la desembocadura del Riachuelo se registran valores de 0 miligramos, por eso, lo que menos tiene el curso de este río es agua; la sustancia viscosa y negra de su cauce es un compuesto de líquidos industriales”, destacan Maristella Svampa y Enriquie Viale en su libro ‘Maldesarrollo’.
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