Seguramente has escuchado la frase “Agua que no has de beber, déjala correr” para referirse a la importancia de dejar que las cosas sigan su curso natural, sin intromisiones de ningún tipo. El crecimiento urbano descontrolado y la degradación de bosques, hacen que esta frase cobre un sentido literal. En las últimas décadas el agua pluvial corre a tal velocidad, que deja pronto la cuenca llevándose a su paso suelos fértiles, causando inundaciones y dejando de infiltrarse en los mantos freáticos.
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