Diez años después de que el niño Miguel Ángel López Rocha murió envenenado tras caer al río Santiago en el municipio de El Salto, la contaminación en la cuenca Lerma-Chapala-Santiago ha empeorado y las autoridades federales, estatales y municipales poco o nada han hecho, pese a las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y su homóloga estatal.
El 25 de enero de 2008 Miguel Ángel, entonces de nueve años de edad, cayó al río cuando jugaba en la colonia La Azucena y murió luego de tres semanas de agonía. Los médicos del Hospital General de Occidente, dependiente de la Secretaría de Salud Jalisco, trataron de ocultar la intoxicación del menor con arsénico, pero los padres dieron a conocer el diagnóstico.
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